martes, 20 de octubre de 2009

El valor de la transparencia



Disponer de transparencia otorga poder para vivir sin necesidad de poder.

L
a solidez de las relaciones humanas depende de la transparencia con que las abordemos. Si somos honestos con nosotros mismos y nos damos tal cual somos a los demás, las relaciones serán de mejor calidad.

La transparencia es una forma de vivir congruente entre lo que se piensa y la conducta que se observa hacia el prójimo que, junto a la justicia, exige en dar a cada quien lo que le es debido. Tiene mucho de honradez, rectitud, integridad. Es una virtud que regala seguridad a quienes nos rodean, inspira fortaleza y claridad de ideas. La persona transparente busca y vive una armónia de vida, sin sobresaltos, ni temores.
Podemos ver como actitudes , donde se aparenta una personalidad que no se tiene para ganarse la estimación de los demás, el mentir continuamente, el simular trabajar o estudiar para no recibir una llamada de atención de los padres o del jefe inmediato, el no guardar en confidencia algún asunto del que hemos hecho la promesa de no revelarlo, no cumpliendo con la palabra dada, los compromisos hechos; la infidelidad.
Es una virtud que se vive en la sinceridad, en la fidelidad a las promesas hechas en el matrimonio, en el trabajo y con las amistades. Puede ser fácilmente herida y traicionada si causamos daño al otro con una opinión ácida, un comentario burlesco o una palabra grosera; cuando le atribuimos al otro defectos que no tiene o juzgamos con ligereza su actuar. Somos transparentes cuando evitamos provocar discordia y malos entendidos entre conocidos; cuando señalamos el grave error que se comete al hacer calumnias y difamaciones de quienes que no están presentes; cuando devolvemos oportunamente las cosas que no nos pertenecen y restituyendo todo aquello que de manera involuntaria o por descuido hayamos dañado.
Si queremos ser transparentes, debemos empezar por enfrentar con valor nuestros defectos y buscar la manera más eficaz de superarlos, con acciones que nos lleven a mejorar todo aquello que afecta a nuestra persona y como consecuencia a nuestros semejantes, rectificando cada vez que nos equivocamos y cumpliendo con nuestro deber en todas las labores que se nos encomiendan, sin hacer distinción alguna.



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